Este blog tiene como objetivo recopilar relatos, cuentos y anécdotas, propios o de otros, que utilizo en diversas ocasiones para recrear un tema, dispararlo o cerrarlo de una manera reflexiva, ilustrativa ó resignificativa.
Hay muchas "bendiciones", está la irlandesa, la del dragón... hoy les comparto ésta, la "criolla", con ella muchas veces termino clases o conferencias en alguna provincia del interior de nuestro hermoso país... Que puedas encontrar la buena güeya…
Que el fresco de la mañana te de fuerzas para andar…
Que aguantes las polvaredas y el pampero…
Que encuentres siempre la sombra de un ombú o de un chañar
para descansar…
Muchas veces, nosotros los adultos, creemos que "no podemos" hacer algo y por ello no lo intentamos, o lo intentamos un par de veces y luego dejamos de hacerlo... Este cuento es una fuente de inspiración, para comprender que no debemos dejarnos vencer por las circunstancias y que, tal vez, lo que ayer nos parecía imposible, hoy está más cerca de ser alcanzado... Mis alumnos adultos se identifican mucho con este relato. Cuando yo era chico me encantaban los
circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. También a mí
como a otros, después me enteré, me llamaba la atención el elefante. Durante la
función, la enorme bestia hacía despliegue de peso, tamaño y fuerza descomunal…
pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el
elefante quedaba solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a
una pequeña estaca clavada en el suelo.
Sin embargo, la estaca era sólo un
minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y
aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal capaz de
arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría, con facilidad, arrancar
la estaca y huir.